Por: P. Emmanuel Ayala
La palabra patrología se compone de dos palabras griegas cuyo significado general sería: πατήρ = padre, λόγος = doctrina. Al traducirse se puede entender por Patrología que es la «doctrina de los Padres», dentro del marco de la teología, se comprende por Padres a aquellos herederos de la Tradición en la Iglesia.
Los Padres de la Iglesia son testigos privilegiados de la Tradición de la Iglesia, ofrecen un método teológico para el acercamiento a la Sagrada Escritura, una originalidad cristiana e inculturación, defensa de la fe y progreso dogmático, sentido del misterio y experiencia de lo divino. Sus escritos conceden una riqueza cultural, espiritual y apostólica.
Pertenecen al periodo de la historia del siglo I d.C. al VIII d.C.; además cumplen con tres o más de los criterios de: doctrina ortodoxa, santidad de vida, aprobación de la Iglesia y antigüedad.
- Doctrina ortodoxa: toda su teología esta en comunión doctrinal con la Iglesia. Pero eso no significa inerrancia en sus estudios o interpretaciones.
- Santidad de vida: en el reconocimiento y veneración de la vida ejemplar por el pueblo fiel.
- Aprobación de la Iglesia: el reconocimiento, no necesariamente expreso, de la persona y de su doctrina.
- Antigüedad: Pertenecen al periodo de la antigüedad eclesiástica (s. I-VIII d.C.).
Entre algunos de los Padres de lglesia que se reconocen, podemos encontrar en Oriente a Atanasio, Basilio el grande, Gregorio de Nacianzo, Juan Crisóstomo, entre otros. En lo correspondiente a Occidente tenemos a Ambrosio de Milán, Jerónimo, Agustín de Hipona, Gregorio Magno y el listado se amplía conforme surgen nuevos descubrimientos y traducciones. También se ubican dentro del estudio de la patrología lo correspondiente a la literatura cristiana antigua que abarcan escritores eclesiásticos, como por ejemplo: Orígenes.
Históricamente, la época de los Padres es el período en el que se dan los primeros pasos en el ordenamiento eclesial. Fueron ellos los que fijaron el canon completo de los Libros Sagrados, los que compusieron las profesiones básicas y precisas de la fe en confrontación con la cultura de su época. En nuestra conciencia cristiana, los Padres aparecen siempre vinculados a la tradición, habiendo sido ellos al mismo tiempo protagonistas y testigos.
La Tradición de la que los Padres son testigos, es una Tradición viva, que demuestra la unidad en la diversidad y la continuidad en el progreso. Los escritos patrísticos se distinguen no sólo por la profundidad teológica, sino también por los grandes valores culturales, espirituales y pastorales que contienen.
¿Por qué es importante la patrología?
Se puede encontrar una respuesta adecuada a esta pregunta si se echa una mirada global a la historia de la teología, si se consideran atentamente algunas características del clima cultural actual, y si se presta atención a las necesidades profundas y a las nuevas orientaciones de la espiritualidad y de la pastoral.
Como se expresó San Juan Pablo II, «de la vida extraída de sus Padres la Iglesia vive todavía hoy; sobre los fundamentos puestos por sus primeros constructores todavía se edifica hoy en el gozo y en la pena de su camino y de su esfuerzo diario».
La observación de la realidad eclesial actual muestra, en fin, cómo las exigencias de la pastoral general de la Iglesia, y, en modo particular, las nuevas corrientes de espiritualidad reclaman alimento sólido y fuentes seguras de inspiración. Frente a la esterilidad de tantos esfuerzos, el pensamiento se vuelve espontáneamente a aquel saludable soplo de verdadera sabiduría y autenticidad cristiana que emana de las obras patrísticas. Es un soplo que ya ha contribuido, incluso recientemente, a profundizar numerosas problemáticas litúrgicas, ecuménicas, misioneras y pastorales que, recibidas del Concilio Vaticano II, son consideradas por la Iglesia de hoy fuente de aliento y de luz. Los Padres, por consiguiente, demuestran una vitalidad siempre actual y tienen muchas cosas que decir a quien estudia o enseña teología.
Si quisiéramos resumir ahora las razones que inducen a estudiar las obras de los Padres, podríamos decir que ellos fueron, después de los Apóstoles, como dijo justamente San Agustín, los sembradores, los regadores, los constructores, los pastores y los alimentadores de la Iglesia, la cual pudo crecer por su acción vigilante e incansable. Para que la Iglesia continúe creciendo es indispensable conocer a fondo su doctrina y su obra que se distingue por ser al mismo tiempo pastoral y teológica, catequética y cultural, espiritual y social en un modo excelente y, se puede decir, único con respecto a cuanto ha sucedido en otras épocas de la historia. Es propiamente esta unidad orgánica de los varios aspectos de la vida y misión de la Iglesia que hace a los Padres tan actuales y fecundos incluso para nosotros.
Fuente:
- Drobner H. R., Manual de Patrología, trad. Martínez de Lapera V. A., Barcelona 2001.
- Congregación para la Educación Católica, Istruzione sullo studio dei padri della chiesa nella formazione sacerdotale, Roma 1989.